De este estéril y nómade caminar
Por los médanos blancos y secos
De un El-Sáhara vacío y muerto
Que ya no puedo ni quiero ver.
Si hasta las deidades del Draâ
Me miran con el asombro incrédulo
De ver que mi corazón guerrero
Ya no puede y no quiere más
hablar a solas con los vientos nuevos.
Escojo tus dunas que me cuentan
De los lejanos océanos verdes
Que habitan más allá del Magreb,
De aquellos paisajes que no ví
Y de esas lenguas que no sé.
¡Qué hacer! Si en mi perdida convicción
Opté por el arenal de tu destierro.
No creo que los dioses me perdonen,
No tendrán piedad...
Yo ya te entregué mi cielo.
No me dejes sin tu mar.
© Luigi Seta

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